El faro.
Era verano y estaba con mi familia en un pequeño pueblo costero de Almería. Todos los días pasaba de camino a la playa por una preciosa tienda de souvenirs y me encantaba un pequeño faro decorativo que había en el escaparate, siempre me han gustado los faros y aquel era precioso y aunque no era muy caro pensaba que era un capricho que yo no me podía permitir.
Un día en la playa, jugando con mi hijo en la orilla del mar, me pareció ver entre las olas un billete flotando, intenté atraparlo pero se me escapó de las manos y lo perdí de vista, pensé que era una lástima porque me lo habría gastado en mi pequeño capricho. Me olvidé de ello y seguí disfrutando del juego. Entonces, justo a mi lado apareció de nuevo aquel billete y sin ningún esfuerzo pude cogerlo.
Me compré aquel precioso faro sin sentirme culpable y aún lo conservo en mi mesilla de noche. Me recuerda que si de verdad deseas algo con muchas ganas, no solo puedes conseguirlo, sino que además parece que existe algo especial que te ayuda a ello, o al menos yo quiero pensar que es así.
El farero del Faro.
Al año siguiente regresamos a aquel precioso pueblo y nos encontramos con una amiga que también veraneaba allí y que casualmente conocía al farero de aquella localidad. Los astros se volvieron a alinear conmigo y aquel verano pude visitar un faro de verdad.
El faro de Mesa Roldán en Carboneras, Almería.
Un cálido saludo a todos y buen camino a Toroida.