Hace cinco años unos amigos y yo nos embarcamos en la aventura de intentar hacer el Camino de Santiago.
Lo que empezó como una especie de apuesta divertida de ver quién era el que aguantaba más, se convirtió poco a poco en un reto de superación mental. A cada kilómetro que recorríamos, nos íbamos enriqueciendo con nuevas experiencias, no sólo propias, sino también de otros peregrinos, de lugareños acogedores, grandilocuentes narradores de historias apasionadas, ya difuminadas por el tiempo, pero que resurgían a través de sus voces como si uno mismo hubiera estado allí.
Llegada a Santiago de Compostela.
Cuando llegamos a Santiago, una sensación de alivio -nacida del cansancio y la expectación- se unía al desasosiego al ver que los vínculos que habíamos creado a lo largo de las interminables rutas se acababan allí. Siempre me quedará el maravilloso recuerdo de todas las personas que conocí cada kilómetro recorrido y que enriquecieron mi espíritu, los ya mencionados -e indescriptiblemente especiales- peregrinos y lugareños.
Recuerdo de un camino inolvidable.
Hoy se cumple un año desde que comencé uno de los proyectos de trabajo que tenía en mente en aquella época: Toroida «Buen camino». Un homenaje a todos ellos, a los peregrinos, a los comerciantes, a los hoteleros, al personal de apoyo de albergues, a todas y cada una de las personas que, ya elijas un camino u otro, están ahí para darte ánimo, calor, esperanza, valor.
Sigo en contacto con todos los amigos que recorrieron cada kilómetro del Camino conmigo y, lo mejor, también con todos los que hice a lo largo de él.
Feliz día de Santiago! Enhorabuena a todos los gallegos por hacer posible esta fabulosa peregrinación.
¡Buen Camino un año más!